Marcelino, hijo mío

Los viajes que no se vuelven sentimentales terminan siendo uno de esos tantos tours por Disney Land que uno olvida al día siguiente. En mi caso, me apasiona proponerme el reto de no llevar la vida fácil, en el sentido de no subir a un 'turibús' para que me digan qué es bonito y qué no en una ciudad. Por ahora sigo aplicando mi método y me ha funcionado a la perfección.




Hasta el día de ayer nos quedaba un lugar por visitar, el municipio de Tequisquiapan (aka tequis) en el estado de querétaro. La ciudad (por todos llamada pueblo) es principalmente turístico, pero de menor aspecto colonial como serían muchas otras ciudades. Al llegar a la ciudad de inmediato nos subimos al bus que nos llevaba al centro. Entre la gente que siempre se te queda viendo y demás, llegamos aproximadamente en 25 minutos. Ya estando en el centro, dimos una vuelta por ahí en busca de qué hacer por mientras. Como a eso de las 12 ya el hambre era notable y nos metimos al mercado, primero a ver qué onda por ahí (Mi idea central de todo viaje es visitar al menos tres sitios de cada lugar que visito: El mercado, la iglesia y de haber, el tianguis) y fue entonces que decidimos comer una buena torta de queso oaxaca (aka quesillo). Como no sé si lo he dicho, no como carne, entonces algunos menúes de las gorditerías y taquerías de por acá, me resultan fabulosos, como las quesadillas de flor de calabaza, la torta de queso, las enchiladas y los chilaquiles... wow.


Al terminar de comer observé que una señora limpiaba nopal frente a nosotros y me acerqué a ella porque vi que entre lo que vendía había flor de calabaza (hermosísima, apetitosa), de esa que difícilmente hallas en hermosillo. Compramos unos mazos y al levantarme vi que también tenía huitlacoche!! My God... dudé un poco en comprarlo porque sé prepararlo, pero nunca lo he hecho. Alguna vez le saqué la receta a una quesadillera del df... su sazón era el exacto y decidí hacerla que me lo compartiera. Baste decir que hoy hice unas quesadillas de flor de calabaza y huitlacoche riquísimas.

En fin... al dar de nuevo una vuelta por el lugar en busca de donde ser realizaría "La Feria Nacional del Vino y el Queso", llegamos a una de las tantas queserías a preguntar. Nos dijeron que es en un parque llamado de las Pilas y prontos fuimos hacia allá. Les platico brevemente de qué consta esta feria.





En un jardín grandísimo colocan unas carpas gigantes y dentro una exhibición de productoras de vino tanto locales como extranjeras además de los mejores quesos que puedas encontrar: desde chihuahua, oaxaca, manchego, hasta queso gouda y provolone. Hay para escoger y degustar a morir. Como buen conocedor me dispuse a degustar un poco y cuando llegué al vino exacto para ese día (un tinto dulce, exquisito), que me compro una botella. Diré el precio no para presumir, sino para hacer notar que estaba baratísimo. La botella más barata estaba en $70 y las más caras no pude ni verlas ja ja. Vendían también litros de vino en esos frascos transparentes en los que venden la comida preparada en Ley je je y para ser sinceros, bateaban esas madres.




En lugar de mesas y sillas había barriles y banquitos, muy al estilo medievo. En compañía de unos buenos quesos y rico vino, pasé una tarde de lujo oyendo Jazz. La verdad no suelo ser tan 'exquisito', pero la oportunidad se dió y no me pude rehusar.







Al pasar los primeros tragos, noté que mi cámara tenía un problema de enfoque contagioso porque terminé viendo igualito que el lente de la cámara. Después de unos tragos más, unos hombres vestidos de azul metálico me secuestraron y me borraron la mente, después desperté en medio del jardín, víctima de un secuestro express y con un aliento a vino espantoso. Supongo que esos hombres usaron vino para mojar mis labios para que las autoridades no me creyeran absolutamente nada de mi declaración.




Alguna persona generosa tomóuna fotografía para tener evidencia de mi secuestro. Además, al fondo del lugar se puede apreciar a otra pobre víctima de esos hombres que se hacen llamar los delirium tremens.

Al ir a la policía local y sentir el rechazo de las autoridades ante mi declaración, no pude sino regresarme con la cola entre las piernas, abatido y humillado por la delincuencia organizada de este país...




Dicen que en oaxaca, existe un niño con un bat, que de pura travesura te golpea cuando estás tranquilamente degustando un poco de fino alcohol y después de eso no sabes más de ti. Espero que eso no pase allá; por si las moscas, estaré muy pendiente de ese 'niño del bat'.



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