El viaje hacia oaxaca


inició el viernes a muy temprana hora. Apenas las cinco de la mañana daban cuando ya tenía mi mochila bien puesta. Para llegar había que tomar primero un bus directo al d.f en la estación del norte. Después haría falta tomar un bus hacia oaxaca. Primera Plus, una línea que se ha vuelto de mis favoritas en viajes, nos llevó hasta el d.f. En esa línea al subir te dan una bolsita con jugo u agua y unas galletitas y un panecito bimbo. Llegando a la central del norte, un lugar que también conocía ya, busqué el desayuno diario: unos tamales de tomate con rajas poblanos envueltos en hoja de plátano. Como sobraba un poco de tiempo (1 hora aprox.) nos quedamos esperando en una sala. Para ir a oaxaca tomamos un bus de ADO, los tan famosos de Alex Lora.




El viaje inició a las 10 de la mañana y terminaría, presuponiblemente a las 5, pero por el imposible tráfico a la salida del d.f tardamos media hora más. Nos topamos con una fila horrible de tráfico en la carretera y pensamos lo peor: un aparatoso accidente donde la sangre se escurría de los autos hacia la orilla de la carretera. Pasó casi media hora para cuando el flujo volvió y para nuestro desconcierto, el tráfico se debió más a los chismosos que se paraban a ver qué había pasado que al trailer que casi se voltea en media carretera. No me canso de decir que los boicots son, por lo general, internos.







Llegamos a oaxaca ya, nuestra amiga nereida nos esperaba en la terminal de buses. Nos preguntó si teníamos hambre y respondimos que sí, entonces nos llevó a Las presas, que es un lugar dentro de oaxaca (la ciudad) donde hay, en efecto, presas, pero también hay restoranes. Para iniciar bien el viaje, nos dijo que pidiéramos ‘una botana individual’, misma que resultó siendo un plato enorme diferentes comidas típicas: quesadillas de flor de calabaza, de mole amarillo, memelas, tasajo, que es carne de puerco asada, chorizo y cebollitas asadas. Todo acompañado, como debe ser, con una negrita modelo... ah, que vida. Terminé llenísimo de tanto comer y eso que sólo fue una botana, ya me advirtieron cómo serán las comidas ‘de verdad’. Será un buen reto que tendré que superar (con gusto).


En este momento me pregunto porqué no vine mucho antes a este estado. Estoy seguro que de haber sido así, esta no sería la segunda visita. Ah, por cierto... aunque la carne no es algo que me guste comer, tuve, por obligación científica, que probar un chapulín enchilado. No es malo el sabor, para aquellos que quieran experimentar. 





No traía el tripié conmigo cuando tomé la foto, así que perdonarán el que haya quedado un poco descuadrada

1 escupitajos:

Carmen Sa dijo...

jejeje... no sé por qué, pero por raro qe parezca siemrpe se me han antojado los grillos... se ven tronadores, como sabritas jajaja... no sé. y dices que te lso comiste enchilados y más se me antojaron. los grillos nomás, otra clase de bicho no... a ver cuándo los pruebo :)

saludos!