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JH y la lap que se traba
Fotógrafo:
Miernamo Luis
Hace poco recordé unas palabras que usé con una persona (en) especial. Su nombre, ahora no importa, pues dijo el amigo Saussure, a quien conocí en una noche como esta, que la arbitrariedad forma parte del signo. Ay amigo, ay amigo.
Aquella persona de quien seguiré omitiendo su nombre me hizo entender que la vida debe entenderse como capítulos de un gran libro. Yo, sintiéndome el hombre más lastimado del mundo, pretendí reanalizar su metáfora (sólo lo suficiente para que no pareciera la misma gata revolcada). La vida es una colección de librillos editados por nosotros mismos. Algunos de ellos inconexos, agregué. Además, somos los estantes de esos libros. Lo acepto, la influencia de la ciudad de los cajones o jirafas encendidas se desborda, pero ella no se dio cuenta.
Entonces yo no sabía que esa simple idea que en aquella ocasión me sirvió para no reflejar lo que estaba sintiendo, ahora me serviría para expresarlo de lleno. Esos librillos que se nos ha encomendado escribir, adquieren cada vez mayor calidad en tipografía, en material y a veces en contenido. No siempre, de vez en cuando se nos escapa una edición que quisiéramos haber, simplemente, nunca siquiera considerado.
¿Y a qué viene esto? Destazaré la metáfora diciendo que hace algunos meses terminé un pequeño librezuelo de la vida (la académica): la tesis de licenciatura. La presenté a los jurados y dijeron: Ps va, que hemos visto piores. Y que me dan las licencias. Ahora puedo, porque así lo decidieron, salir a la calle y replantear el mundo con mis ideas adjudicadas a otro tipo famoso, dígase endilgarle las culpas al autor citado.
Cojo el tomo y lo archivo en la gaveta pectoral. Sólo me resta decir: amiga, gracias por la idea. Nunca supe que discutir contigo sobre temas tan triviales como elnuestrotrora amor llegaría a resultados tan self-memorables como este post.
A todos los que estuvieron ahí, también gracias.
i mirá que la dediqué