Historia para no contarse











Ya no podía verla a la cara. Ella rumiaba una goma de mascar. De izquierda a derecha y de arriba abajo; era un tortuoso espectáculo. Verla mover sus dentales, sus labios, los que ha llegado a odiar y que otrora adoraba sentir cerca de los suyos, en roces leves. Musitó algo que sonó a pregunta, pero no supo si por todo ese asco que estaba sintiendo o porque en verdad había sido indescifrable su pronunciación, fue que no la entendió.














*Fotografía

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