la libertad del ser









Debió de haber sido la araña más desdichada que se conozca. Quizá un tanto depresiva o con tendencia, incluso, suicida. El infortunio, eso sí, la acechaba. Ese día contemplaba la vista en medio del camino, a un lado del árbol. La llanta de mi bicicleta, acaso medio centímetro más ancha que la araña, no la vio en su rodar.